El cuerpo

El UNO es la amada Fuente de Todo Bien. Este Bien encarna todo --lo visible y lo invisible, el poder infinito, la belleza, armonía, fortaleza y más --todo. Todo lo que es, refleja la gloria de este UNO. 

 Este UNO, este Todo Bien, me creó y sus mismas cualidades viven en mí, como yo. Yo soy una manifestación del esplendor y la perfección que es Dios, eternamente expresándose como yo. 

 Toda esta perfección divina vive como yo y se manifiesta como mi cuerpo. Mi carne es la sustancia conocida de Dios. Los ojos de Dios miran a través de los míos, contemplando la belleza y el esplendor en toda la vida. Cuido, amo y aprecio a mi cuerpo, atesorándolo porque contiene mi vida, mi espíritu, mi bienestar. 

 Todo mi ser está lleno de gratitud y alegría por mi cuerpo, es la expresión maravillosa de la Divinidad. 

 Con seguridad y confianza, suelto esta palabra hacia la Ley que lo ha hecho así. 

 Y así es.