La creación existe por medio del amor y la voluntad de Dios. No hay nada fuera de Dios. La Divinidad es la fuente y el sostén de todo lo conocido y lo desconocido, lo visible y lo invisible. Dios está presente en todas partes, en todos los mundos, en todos los universos, en todas las dimensiones y planos de la existencia. Dios es la sustancia divina del ser, formado y no formado. Dios está aquí en este momento y siempre, dando de su amor y luz de maneras infinitas e ilimitadas a toda la vida.
Yo estoy hecha de este amor infinito de Dios. Yo soy una hija de Dios. La presencia divina vive en cada aspecto de mi ser. Es mi herencia divina. Estoy hecha de esta sustancia divina. Soy inseparable de este bien. Dios respira y ama a través de mí. Dentro de mí existe ese anhelo divino de conocer plenamente la presencia total, íntegra y perfecta de Dios. No hay lugar en mi vida en el que Dios no esté presente. La presencia de Dios está en mí, se expresa a través de mí y como yo misma. Vivo en la totalidad del Uno compasivo.
Desde este lugar de unidad, pronuncio esta oración para mí y para toda la vida. Afirmo mi voluntad inquebrantable de estar presente ante la vida. Practico la gratitud con todo lo que aparece. No importa como aparezca, confío en que está aquí para mi beneficio. Estoy dispuesta a soltar las antiguas maneras inútiles de evitar, escapar o adormecerme. Recuerdo que mi poder superior, Madre-Padre Dios, Espíritu —como quiera que lo llame— es todopoderoso y siempre me ama. Me abro a Su apoyo y guía, los cuales están disponibles al 100%. Reemplazo los hábitos inútiles y busco asociarme con las personas que me rodean. Elijo la conexión en vez del aislamiento. Afirmo las decisiones, las actividades y las relaciones que apoyan mi crecimiento espiritual y mi sobriedad. Soy más amable conmigo misma y me perdono más fácilmente. Reconozco mi progreso y suelto la tendencia de pensar demasiado. Interrumpo el diálogo interno que no me ayuda y lo redirijo con oración hacia la verdad espiritual de quien soy. Los sucesos que considero como “disparadores” ahora me guían hacia pensamientos, palabras, prácticas y conexiones que afirman la vida. Acojo y permito este bien infinito en mi vida, tal y como se presenta de muchas maneras. Acepto que nunca estoy sola. Estoy consciente de que Dios es mi amigo constante, mi compañero, apoyo y guía siempre presente que me ama incondicionalmente.
Doy las gracias y celebro esta verdad espiritual.
Lo dejo ir, y dejo que Dios tome las riendas.
Y así es.
Amada Colt, RScP
Center for Spiritual Living, Santa Rosa
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