La Vida Divina, la paz eterna, la vida —según la conocemos— viviéndose a sí misma, está totalmente presente en este momento. Esta experiencia mística, con toda su gama de emociones, es profunda, poderosa y, en apariencia, se impulsa a sí misma.
Yo soy una expresión de esta vida divina, así como lo es el lector de esta oración afirmativa. Tenemos todo lo necesario para experimentar el amor, la paz, la plenitud y la belleza exquisita.
Al recordar que Dios es la vida eterna, acojo el descanso, el silencio restaurativo, las expresiones de amor que sanan y ayudan a tranquilizar la mente. Honro y bendigo a cada vida como el milagro que es, no importa su duración, y cubro con un manto cálido de amor los hombros de aquellos que han perdido a un gran amigo. Dios nos abraza y nos consuela en los tiempos difíciles.
Con ternura, suelto esta oración, y reposo mi mente en rendición a la voluntad de Dios.
Y así es.
Andra Sandberg, RScP
Center for Spiritual Living, Santa Rosa
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